Reflexiones para un matrimonio feliz
No dejarse vencer por la ira
Tener la fortaleza y dominio para controlar la ira que sentimos cuando estamos discutiendo.
Nunca gritarse
Moderación, educación y respeto ante todo. El grito es una agresión, independiente de lo que se diga
Pedir disculpas y admitir los errores
Para muchos el pedir disculpas equivale a una humillación, pero es grande el que reconoce que es un ser humano con debilidades y defectos y que lucha cada día por superarse.
Señalar las faltas con amor
Si resulta doloroso aceptar los propios defectos, más difícil es que nos los señalen. Por eso debemos ser delicados y compresivos para criticar o decir algo negativo al otro.
No dar cabida a la negligencia, descuido o apatía
En el amor debe existir una sana exigencia. Siempre tenemos que buscar lo mejor para la persona que amamos, aunque a veces sea necesario exigirle. Cuando no amamos, nos da igual si la persona se supera o no.
No dejar un problema sin resolver
Humildad para hablar, para aceptar la culpa que nos corresponde en cada desacuerdo. Olvidar los resentimientos y rencores, confiar en la pareja y prepararse para el perdón.
Todos los días decirle algo cariñoso a su cónyuge
Cuidar los detalles, los mismos que a veces se pierden con los años. Si ellos faltan, el matrimonio comienza a vivir según las circunstancias y no por el amor.
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